lunes, 11 de octubre de 2004

Let's call the whole thing off

Weak.end

El viernes no hubo cd's.
Hubo música.
(Y sí, llueve).

*

Tolondrón

Van unos fragmentos del libro What to listen for in Music (1939) del compositor Aaron Copland. ¿Para qué? ¿Para qué compartir estos tripeos sobre la música (formal)? Por las preguntas, que nos definen más que las respuestas. Por las preguntas que generan más preguntas. Por las visiones. Y las definiciones. Y los clichés. Y las negaciones. Y las máscaras. Porque no necesariamente Eliot es sinónimo de 'cultez' ni de 'cooltez'. Como tampoco lo es Stravinsky o Piazzolla. Porque hay un momento para aproximarse a todo (y a todos). Porque la proximidad implica distancia. Y la distancia, tiempo (sic). Porque mientras unos escribimos pendejadas otros pendejos escriben. Y porque lo que para unos son pendejadas para otros son revelaciones. Por las cursivas y los pies de página. Por las analogías y las dimensiones. Por la música y la literatura. Por lo que no se dice, pero se canta. Por lo que se siente y no se 'intelige'. Por lo que se 'intelige' y no se siente. Por las coordenadas que, unidas, no son suficientes para trazar el mapa. Sisma. Sísmico. Sistémico. Por la concreción y los patidifusos. Por los caminos y las estaciones. Por el abandono y la transfiguración. Por el deleite. Por la sonoridad. Por la exaltación de los sentidos. Por la deconstrucción y la semiótica. Por lo ininteligible y lo inasible. Por los manuales y las instrucciones. Por el valor y la apreciación. Por el olvido y la memoria. Por el silencio. Por la música buena, y mala. Por la literatura buena, y mala. Por los matices y la prosodia, el timbre y el acento. Por el largo aliento. Por las fotografías instantáneas. Porque el mejor vino que, pese a todo, es el que alegra el corazón. Porque

'You like potato and I like potahto
You like tomato and I like tomahto
Potato, potahto, Tomato, tomahto.
Let's call the whole thing off'

(Ella Fitzgerald)


*

Cómo escuchar la música
Aaron Copland
1955, FCE

Todos los libros que tratan de la comprensión de la música están de acuerdo en un punto: no se llega a apreciar mejor este arte sólo con leer un libro que trate de ese asunto. Si se quiere entender mejor la música, lo más importante que se puede hacer es escucharla. Nada puede sustituir al escuchar música. Todo lo que tengo que decir en este libro se dice acerca de una experiencia que el lector sólo podrá obtener fuera de este libro. Por tanto, el lector probablemente perderá el tiempo al leerlo, a menos que haga el propósito firme de oír una mucho mayor cantidad de música que hasta ahora. Todos nosotros, profesionales y no profesionales, estamos tratando constantemente de hacer más profunda nuestra comprensión de este arte. La lectura de un libro puede a veces ayudarnos. Pero nada podrá reemplazar la condición principal: escuchar la música misma.

[...]
En cierto sentido, el oyente ideal está dentro y fuera de la música al mismo tiempo, la juzga y la goza, quiere que vaya por un lado y observa que se va por otro, casi lo mismo que le sucede al compositor cuando compone, porque, para escribir su música, el compositor tiene también que estar dentro y fuera de su música, ser llevado por ella, pero también criticarla fríamente. Tanto la creación como la audición musical implican una actitud que es subjetiva y objetiva al mismo tiempo.

[...]
Lo que el lector debe procurar, pues, es una especie de audición más activa. Lo mismo si escuchamos a Mozart que a Duke Ellington, podremos hacer más honda nuestra comprensión de la música con sólo ser unos oyentes más conscientes y enterados, no alguien que se limita a escuchar, sino alguien que escucha algo.

*

'I just can't get enough'

Hace diecisiete años el hombre me preguntaba ¿escuchaste el solo de batería? A mí me pasaba de noche. Más allá de la melodía primera y reconocible, las palabras eran para mí El universo. No era el momento. Mi momento. Si acaso cuando mi padre, al escuchar un 'requinto impresionante' -según sus propias palabras- en alguna pieza de música mexicana o cubana o española, comentaba visiblemente emocionado: ¡está manco! (misma expresión que hoy nos sirve al hombre y a mí de chunga y homenaje, por supuesto). Si yo le preguntaba, ¿escuchaste esa frase? El me preguntaba: ¿cuál? O, las más de las veces, su rostro me lo decía todo: no la entendía.

Igual le sucede con la poesía, con las metáforas o las imágenes poéticas en general. Sin embargo, de pronto hay frases que lo persiguen y lo sorprenden incesantemente: líneas de un cuento, llamadas de un artículo, versos de una canción, diálogos de una película. Ya no es sólo la escenografía, la disposición del espacio, la composición y exposición cromática y fotográfica. Sigue sin gustarle la poesía porque no la entiende (?). Sigue preguntándome qué quiso decir Sabina con tal y cual cosa (no así con expresiones gringas, que comprende mucho mejor). Sigue con su preferencia por los libros de historia. Finalmente, lo importante, es el placer que ambos encontramos en la música o en el cine o en la fotografía. Gozo especialmente los momentos mágicos en que podemos vernos a los ojos y descubrir asombro después de alguna frase contundente o definitoria. Esto sólo puede suceder ahora, por su empeño.

Respecto a mí, tampoco supe cuándo sucedió pero desde hace mucho tiempo, ahí estaba: escuchando el todo, descubriendo las salidas y las entradas, la suave montura del bandoneón sobre el piano y la melodía -esto es tuyo, A. pero, ¿qué no lo había dicho yo antes? ;) -, como las layers en el photoshop, como las capas en el pastel de hojaldre, como el caleidoscopio desarmado, como aquello que no había comprendido en mis clases de matemáticas o ciencias naturales, pff... ¡qué revelación! -y qué miopía-. Y qué chido. Que infinitamente maravilloso.

Sí, sólo a través de la lectura. Sólo a través de escuchar y escuchar. Sin necesidad de libros y conceptos (el interés vino después). Aquí el descubrimiento, la infinita posibilidad, la magnitud, la constatación de la pequeñez, la ubicación en el mapa. El rompecabezas, mi Scrabble preferido, el crucigrama de los domingos. El placer del ensimismamiento y la otredad. La revolución de las neuronas. El festín de las hormonas. El placer por el placer.

Con todo y todo, a mí me gusta ser un alma cándida -como dice Copland-, tratar de descrifrar el manuscrito, interpretarlo. Compartir mis visiones y mis sensaciones. Indagar las tuyas. Empatarlas. Ir por las variaciones de un mismo tema. Recrearlas.

Me gusta escuchar música.
Suficiente.

5 comentarios:

beto dijo...

ADRI
SÓLO ENTRÉ PARA VISITARTE
ES DE DOCTOR ESTA VISITA
TE PROMETO UNA CON CAFÉ Y GALLETAS
TE FELCITO POR TU BLOG

TE QUIERO MUXIO MUXXXXIO

BETO

Driana dijo...

Bienvenido.
Pásele, pásele.
'Mi casa es su casa'.

La Bb,
mitú.

bosquimano dijo...

.. .. . ...
. .. ... .

.. . .. . .. ..
...... .. . . ..

.
gracias .

Driana dijo...

Houston: we've a problem.

'I say horses and you write morses...'
Duh-duh (¡qué mal chiste, jajaja!).

P.s. Por supuesto, 'su casa es mi casa'. ¿Que no ve que somos (casi) los únicos habitantes? ;)

bosquimano dijo...

¡jajaja!

como en madriz, que los taxistas dicen estrella g por straight ahead

bosquimano
y los churumbeles