miércoles, 8 de febrero de 2006

The Succubus / Annette Peacock


La Peacock no entra en la categoría de las divas, aunque es una artista misteriosa, lo que algunos llaman "de culto".

Leí alguna vez que uno puede encontrar a Laurie Anderson y a Patti Smith en su performance, en sus letras, en sus experimentos vocales y musicales, y prometo que más de una vez yo, Driana Singalone, las he descubierto acechando cual fantasmas el delgado trazo entre lo propio y lo ajeno: el canto particular que nos define.

Si bien Perfect Release no está catalogado como el mejor de sus discos, eventualmente la memoria es cínica cuando de recrear atmósferas se trata, así que The Succubus es para mí la tarde toda del descubrimiento. Horas y horas impactada por las palabras de la Peacock, por la rareza del sonido (más allá de la voz y sus acrobacias jazzeras), por la hermosura de su cerebro -sí, ese corazón que hace pum pum-, y porque ajá: brains are [so] sexy.

Pasaron los años y el tocadiscos se guardó dolorosamente en el closet. La gran colección de elepés aún puede verse en la parte inferior de los libreros, intacta, casi ajena. Evito la mirada cada vez que puedo, aunque hay mañanas de domingo en que la morosidad de un eterno deseo de nuevo año sin cumplir, me malhumora y entristece. Otros me vuelve más indolente.

Había buscado la rola varias veces en Limewire. Hoy, después de cinco intentos, tuve suerte. Y, aunque estos nuevos oídos no superaron la intensidad del recuerdo, The Succubus sigue siendo un parteaguas en mi aprendizaje y apreciación musical, en mi visión del mundo y sus accidentes.


Después vinieron Paul y Carla Bley, Gary Peacock; las historias de pasión entrelazadas como aderezo para las sides stories.

Nada igualará aquella entrada de luz por la ventana de la sala, mis diecinueve años temblando de deseo; las ganas, la violencia espasmódica de salir corriendo hacia el mundo; los tantos poemas y la olivetti verde. El trance, la exaltación cotidiana, toda la soledad del puto mundo (Joplinense 4:14), incomprendido mundo, adolescente mundo (Despertad: El reino del kitsch está cerca).

A la Peacock, una reverencia. Al presente, mis sentidos dispuestos: Un cerebro/corazón para vivir, y un gran disco duro para seguir coleccionando recuerdos.

*

The succubus
Annette Peacock
The perfect release
http://www.imtheone.net

I don't need to take valium or opium
to know how it feels to leave you
I don't need no cocaine highs
no spanish flys to need you
no DMT, THC, LSD to blow my mind
heroin, mescalin or methedrine to lose the time...

Anyway drugs tend to diminish my body
(and it seems, so far away, in my mind to me)
and if my variant form to yours -is the door-
trough wich our concentric souls meet
then I don't wanna miss a beat

I want my
ephemeral body, corporeal mind
etherial soul, synthesized
and very finely attuned to you
in the other side of paradise

And I don't need no blindfolds,
whips, boots or rubber suits
a school girl uniform, black seamed stockings
or handcuffs locking to turn you on

Anyway, fantasy, only aborts reality
forcing one to live within a distortion

Skin on skin, soul to soul
belly touching straight is great
'cause I don't need the pain
or the hate to feel intensely

And I don't need to be
dominated, degraded or flagellated
I don't need to be
extorted, exhaulted or supported,
complicated, contemplated,
tolerated or liberated
But I do need to be
penetrated, elevated and appreciated

And I need to embrace my
inescapable -feminineness, tacitly
like all the animals natural and free:
totally succumb to the eroticness
of the intuitive risk
life's hopeful between the thighs
and all difference falls false
in the face of uncontrolled cries...

Voglio solo una perla da coltivare
non voglio calze di seta nera
ne manette che d'acciaio per eccitarti
non voglio maschere, ne fruste, ne stivali a sera
ne vestiti di gomma per riscaldarti
ma solo toccami e prendi mi
questo fiore, amore

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