domingo, 26 de junio de 2005

Curitas para el corazon

Domingo. 99º F. China libre. Futbol. Subway. Pijama.

Mr. Green no está en casa. Viajó a Tj con la familia. Nos hemos llamado un par de veces. Saludos a todos: la suegra (encargos cumplidos, besos, abraxos); la cuñada (¡carnalita!), el concuño (partido de Scrabble pendiente); las sobrinas (Carol recién desempacadita del D.F., buenas noticias de su maestría, -nada mal para una bióloga, jijiji-; Amor y sus recomendaciones musicales: promesas de intercambio de cd's); la Blu en el papel de mamá que tanto niega: no le digas nada, ese derecho no te lo da la sangre, disfrútalo, respeta su elección, sé que es difícil, pero..

-Interactivo: aquí pueden escribir más clichés. :)

Del otro lado del auricular, el hijo postizo. OMG! Suena a hombre, pff... 23 años, concentración en Irak y bodorria soon. Omito lo primero, menciono lo segundo. Nervios. Intento no llamarlo con el diminutivo de hace diez años. Quizá más. Hablo con torpeza. Demasiado tiempo sin él.

Desde acá, pegada a la compu en obligaciones laborales con calidad de urgente, me emociono con el reencuentro familiar. Cómo no hacerlo. Tantas conversaciones a la hora del cigarro, en la hora anterior al sueño, en la carretera.

Cuelgo y ya estoy en el depa de Tj explicándole por qué no puedo ser su mamá. Que ya tiene una. Que yo lo quiero igual. Que si el amor, que si la familia crece. Intentando comprender la fórmula que suma padres y madres y novios y novias. Desarmada ante el dibujo familiar que le pidieron en la escuela. El que decidió hacer: papá, mamá Blu, él. Llevándolo a clases. Bajándole la fiebre. Cocinándole arbolitos. Haciendo tareas: la suya de kinder, la mía de universitaria. Acurrucados en la cama de agua que tanto nos hacía reir. Viendo caricaturas. Haciéndonos cosquillas. Meses y meses compartiendo la rutina del amor entre la inestabilidad de la madre y su novio que la deseaba sin hijos, y el padre treintón con novia de veinte.

-Joder. ¿Yo viví todo esto? :)

Recuerdo a mi madre: Elvia cuidándolo mientras íbamos al cine. El llamándole abuelita, dejándose querer. Más primos, más fiesta, más casas.

O la época en que sufría porque no podía saludarme y me decía con puchero que su mamá lo iba a regañar si me abrazaba. Cómo explicarle el puto juego encarnizado de los adultos.

Luego quise hijo con firmas, papeles, certezas, futuro -arreglen sus broncas que ya tengo muchos curitas en el corazón-, y la cosa se jodió (ruido de abogados, mucho, mucho ruido). Error. La madre quiso de nuevo y de vuelta al hijo, se lo llevó lejos, hasta el tercer o cuarto marido. El padre apostó que la tercera es la vencida y yo formé el club de las terceras esposas. Vaya lío.

Elvia nunca me habló de la mugre y los platos rotos. Nunca me dijo que el pastel se desinfla si lo sacas del horno. No fue necesario: sabía que, tarde o temprano, iba a darme cuenta.

-Qué ajeno aquello que nos constituye.

Domingo. 99º F. China libre. Futbol. Subway. Pijama.

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