Una serenata. Dos rolas.
Porque sí. Porque sobran los motivos -a lo Sabina-. Porque al lado del camino -ese manifiesto de la diva Páez-, todo pasa y, serratianamente, todo queda. Porque soy corny and mellow. Y qué. Porque, muy en el fondo, I'm the drama queen del Norte. And I miss you, chulo. Porque este frío cala hasta los huesos (escondidos huesos). Y, otro préstamo del 'flaco', no hago otra cosa que pensar en ti -yeah, right-. Porque en las piedras del desierto de Phoenix, en West Taliesin, Lloyd Wright me hizo recordar que basta una piedra para fundar una civilización -cualquiera-. Esta que somos, por ejemplo. Porque en ese mismo desierto, en Cosanti, Soleri anunció la llegada de la esperanza con campanas de metal y musgo y agua y secretos cantos de sirena. Porque eras tú el río, el Colorado, bajando por la curva hasta la piedra. Eras tú el Gran Cañón y la creación del universo en aquel grano de arena. Porque eras tú la nieve de Flagstaff que venció al noble pino hasta tocar con sus ramas el suelo que estos pasos andaron. Eras tú el sonido primigenio de la vida. Eras tú la tierra roja de Sedona, el alto sol, el vórtice de energía milenaria, la alabanza del indio, la catedral suspendida en la falda de la montaña, el llamado silencioso de la tierra, la vastedad y la certeza, la brisa matutina, la presencia de Dios derramada en mis mejillas. La fe. La humildad. Toda la lluvia.
Porque te recibo, abierta.
Porque soy trueno, y canto.
Porque soy fugitiva, y me quedo.
1 comentario:
chale, creo que siento lo mismo, pero de'ste lado ¬¬
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