sábado, 12 de marzo de 2005

De tigres

Al tigre le duelen dos palabras.
Se violenta. Toda la noche ruge.
Como si al decirlas no jugara a rendirse: lo hiciera.

Hermoso como es, salta y ya mi cuello en su hocico:
Ataca. Domina. Posee. Cela.

Yo me dejo arder (como si en ello se me fuera la vida).


Gnisash Ahaled

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